Por Leonel Madeja
Guardo los secretos en el río donde aún conservo las palabras, Todo es tan fresco que aún recuerdo sus caras. Concluyó tan rápido que la angustia se confunde con la alegría de haber terminado. El orgullo de sentirse realizado, tarea cumplida. La tristeza de ver la hostería vacía, donde resonarán por un tiempo el eco de sus voces, entre sus pasillos, en los rincones. Voy a extrañar el café por la mañana y el aroma a las tostadas. La cocina era un caos, una vorágine de sabores sin embargo hoy, la hornalla está tibia. Encender el fuego y su perfume a humo. Voy a extrañar el pizarrón, y cada momento que la tiza dibujaba la esperanza, al elegir el pozón o corredera. La recompensa por las noches y las cenas con amigos. Un sin fin de sentimientos que conmueven en el pecho. Un adiós, hasta la próxima, si Dios quiere, develaremos en el río los secretos. Soñaremos todo el invierno como engañar a los peces el año que viene. Quedará en nuestras retinas las imágenes mas bonitas, y olvidaremos las derrotas. Las fotos serán los diplomas de nuestros días triunfales, y el regocijo al escuchar, buen trabajo. Hoy todo se tiñe de otoño, mientras observo como las botas se van secando lentamente, evaporando kilómetros de río debajo. Vuelvo a la tranquilidad del hogar, y cuando despierto me toma un tiempo acostumbrarme a mi lugar. A los olores, ruidos, es un contraste tan diferente, pero me gusta, me relajo y pienso, espero tenga sus frutos todo éste esfuerzo. Hoy todo se transforma, y cuando hubo gente que trató de cerrar las puertas, otros me abrieron la tranquera y me entregaron las llaves. Las aguas seguirán fluyendo y el descanso bien merecido a los peces. La pesca consuela mis penas.