En 1965 en su título “Spinning Pesca Calificada” el inefable Roberto Zapico Antuña escribió el siguiente texto bajo el sub-título: “¿Qué es un guía de pesca?”; “Para proveer al término medio de los deportistas que viven en las ciudades y que periódicamente se dirigen a los ríos y lagos, en fin, a los lugares recónditos para dar rienda suelta a su entretenimiento favorito, se van creando estos especialistas del turismo deportivo. Hay personas que preguntan para qué se necesita un guía, aún en el caso de dirigirse a un territorio desconocido. ¿Acaso no sabemos lanzar la caña?... ¿Acaso no hemos realizado anteriormente excursiones del mismo tipo? Entonces ¿por qué preocuparnos por un guía? A esto hay muchas respuestas. La primera puede consistir en que cuando se va por primera vez a un lugar, sin conocer las reglamentaciones y zonas apropiadas, y sobre todo por pocos días, no está el deportista en condiciones de perder tiempo. En ese momento un guía no es un lujo, sino una necesidad, ahorro, pues el tiempo es dinero. ¿Cuánto tardamos en reconocer un lago? ¿Cómo saber los lugares de concentración y las zonas de actividad de los peces? No sólo nos enseñan los lugares estratégicos, sino también los peligros del terreno, y eso es muy importante. Más de una vez nuestras vidas dependerán de su habilidad y conocimientos que debemos reconocer. Iniciará al cliente en las modalidades más apropiadas, aleccionándolo en el conservacionismo, nota destacada de todo deportista. Reconozcamos, además, que el problema de la comida no es nada simple, y ésta es otra de las razones que valoran al guía que se ocupa de nuestra alimentación (es conveniente tratarlo previamente). No es muy agradable tener en todo menú el producto de nuestro arte (pescado), o vernos en la obligación de tomar, como al descuido, un simpático corderito solariego o curioso. El deportista tendrá que ser asesorado acerca de la ropa que debe llevar, como asimismo, en lo que se refiere al equipo, de lo innecesario o extremadamente pesado. El guía tiene otras obligaciones elementales: higiene de todos los elementos, orientación del campamento, y la debida cercanía de éste con respecto al agua potable. Un fuego tempranero garantiza la mateada del despertar creando una corriente de simpatía hacia el madrugador. Las predicciones del guía deben cubrirse en un porcentaje elevado, para no crear la desconfianza del cliente, y tiene además la obligación de amenizar con charlas de fogón y campamento, con anécdotas sabrosas, o no; como así conocer una serie de minuciosidades de todo lo que lo rodea para satisfacer la curiosidad permanente del buen o mal cliente. En fin, creo que podemos decir que es un buen guía todo aquél que al retorno de una salida de pesca ha ganado un amigo y lo reconocemos como tal.”
En esta referencia al tema que nos ocupa hemos de destacar dos puntos.
Catorce años después de escribir estas líneas explorando la pesca en el río Agrio “Zapico” murió ahogado vadeando ese curso.
Recuerdo que se comentó en ese momento que habría tenido un evento cardio-vascular agudo en los instantes previos al suceso fatal. De cualquier manera fiel a su criterio iba acompañado por un baqueano local pero esto no alcanzó para evitar tan trágico final.
El otro punto es el tono levemente autoritario del lenguaje escrito que emplea, en un todo de acuerdo con el estilo coloquial imperante en esos años.
Hoy por hoy a nadie se le ocurriría que un guía de pesca tiene la obligación de amenizar a sus clientes con charlas de fogón y/o anécdotas sabrosas. Pero insisto era otro momento del pensamiento nacional.
Roberto Zapico Antuña fue un grande del periodismo sobre la pesca deportiva y un autor esmerado del tema. También fue un precursor de la devolución de los peces capturados.
Desde fines de los 40 y en los 50 surgieron guías de pesca –muy pocos-- con el advenimiento de la clase media y la movilidad social que acusó la república por entonces. También favoreció la construcción de rutas y caminos para que más público llegara a destinos soñados de vacaciones y eventualmente de pesca.
Además el automóvil fue siendo accesible a un espectro más amplio de la sociedad. Los rumbos se fueron abriendo como un abanico más allá de los clásicos de Mar del Plata, Córdoba y las vías férreas instaladas.
Los “Lagos del Sur” como así se les decía y el “Alto Paraná” fueron en ese orden el destino de más y más argentinos.
En el primer caso eran viajes más familiares donde “los varones” hacían un par de días de pesca de salmónidos acompañados por algún baqueano o guía local.
En el caso del Alto Paraná el asunto era más específico, para “verdaderos pescadores” únicamente.
Sin duda el surgimiento de los guías se relacionó de inmediato con estos destinos. Así también se entendió que, solamente se ameritaban guiadas sobre especies “deportivas” que vendían cara su derrota –la mayoría de las veces le costaba la vida a los individuos (así se dice en Biología) capturados-- verbigracia, salmónidos, dorados, pacúes, surubíes, manguruyúes, etcétera.
Schultz y el “Mudo” Sena, en Paso de la Patria.
El “Rubio” Magri, en los Saltos de Apipé.
Sam Wagner, Paul Sieder-Torres y S. Turbanoff (a quien conocí personalmente de muy anciano), en San Carlos de Bariloche.
Julio Oszust y Eric Gornik, en Esquel.
Estos son los nombres de quienes fueron en nuestro país los iniciadores de la noble profesión de guías de pesca deportiva. Algunos como Sieder-Torres también fueron instructores de fly-casting.
Los Buchanan de Lobos, provincia de Buenos Aires, fueron de los primeros en traer y guiar norteamericanos en Norpatagonia y especialmente iban al Pescado en Chubut. Por su origen anglosajón hablaban perfectamente inglés y tenían muchos contactos en EE.UU. ya que fueron uno de los representantes de la Coca-Cola Company en nuestro país. El propio Mel Krieger en su primer viaje a Argentina en 1970, de la mano de Leddy Buchanan conoció los cursos neuquinos y también el Río Grande de Tierra del Fuego. Tuve la ocasión de conocerlos en la casa de Billy Maahs en Bariloche.
De la segunda generación de guías, ya la mayoría específicos por la modalidad de pesca y/o la zona de actuación, podemos aislar un muy discreto grupo que corresponde a los de Pesca con Mosca estrictos. En primer lugar he de nombrar al controvertido y ya fallecido Ginés Gomariz que actuó mayormente en Junín de los Andes. Es sin duda también el más conocido por sus artículos periodísticos y libros editados. Por otra parte fue el de más edad de los de su camada.
En una entrevista en 1998 (A. Rivanera, J. Di Liscia, E. Garaffa) publicada en http://www.msdb.com.ar/amba3.htm, declaró: “El guía de pesca es un peón y un diplomático a la vez, al servicio del pescador. [ . . . ] A los extranjeros tengo que “venderles” belleza, buena pesca,… Y hoy lamentablemente cualquiera es guía”.
Lo conocí en 1971. Una tardecita de la temporada 76/77 pescamos la banda neuquina del comienzo del Limay. El probaba una caña que le acababa de regalar un americano a quien alcanzó hasta el aeropuerto de Bariloche. Durante algunos años lo visité y almorzábamos juntos en J. de los Andes.
Con el auge de la aviación comercial mundial desde principios de los 70’s, los ríos neuquinos, algunos de Chubut y el Grande de T. del F., comenzaron a poblarse de americanos del Norte muy acostumbrados a utilizar servicios de guiada en su país y otros destinos del mundo.
El inglés-americano comenzó a ser moneda corriente a la vera del Malleo, Quillén, Chimehuin y otros ríos de Patagonia.
Convengamos que hasta ese momento la profesión de guía de pesca (como bien Gomariz lo dice) estaba asociada a una situación de servicio, mal o bien entendido por los diferentes actores. Por lo tanto, se consideraba a la actividad como subalterna.
No nos imaginamos que de la clase social que pudo acceder al “Flyfishing” hasta mediados de los 70 pudieran surgir guías profesionales que recibieran una retribución económica por acompañar a pescar con mosca a eventuales “clientes”. Y esto fue tal cual así. A lo sumo compartían la salida, acompañándolos a los sectores más atractivos y terminaban el día tomando whisky juntos antes de ir a cenar. Eran guías “de onda”.
Pero digo que esa no es una relación profesional tal como hoy la entendemos.
Por supuesto hubo excepciones. No todos los “flyfishermen” de entonces tenían apellidos ilustres, pero ninguno se inició como guía profesional excepto el ya nombrado Ginés Gomariz y algunos otros pocos, la mayoría locales de la zona donde actuaban. Podría contar unos 10 entre toda Patagonia y Tierra del Fuego y uno en Corrientes. El de más antigüedad y aún en actividad es Raúl San Martín de Esquel, quien fue discípulo del mencionado Gornik como guía profesional y como artista plástico.
Hoy por hoy los guías ya no son más los circunstanciales “amigos” de una salida de pesca.
Por el contrario son profesionales que hacen su trabajo cabalmente, con responsabilidad y respeto.
Pero volvamos atrás en el tiempo.
El desembarco masivo de norteamericanos le dio una jerarquía a la profesión que no había tenido hasta entonces, a saber: se debía hablar correctamente el inglés y tener un trato más acorde a los estándares internacionales en lo receptivo. Además una preparación más profunda en historia, geografía y ciencias naturales, que enalteció la actividad; y así se formó un selecto grupo de guías de Pesca con Mosca que actuó muy celosamente desde fines de los 70’s hasta mediados de los noventa. Algunos, ya veteranos aún lo siguen haciendo.
Ya para finales de los 80 las muchas cintas de video grabadas en Argentina y una publicidad agresiva por parte de las agencias americanas hicieron lo suyo y trajeron más y más mosqueros al país, que además de visitar Patagonia muchos lo hacían también a los Esteros y el Paraná.
Los guías tuvieron que dar su “vuelta de tuerca” para “aggiornarse” a esta nueva oportunidad. Algunos con mayor espíritu empresario pasaron a ser “outfitters”, otros con más experiencia surgieron como “head-guide” en “lodges” y estancias que se comenzaron a reciclar como prestadoras de servicios de Pesca con Mosca.
Ser guía de pesca había dejado de ser una profesión de segunda línea y escalaba posiciones en la preferencia de los jóvenes. Cierto aire romántico e internacional terminó por dar forma a la “nueva” figura del guía que se forjó en la generación que por los años 90 pudo acceder masivamente a esta modalidad cuando la globalización y la convertibilidad pusieron todo el Sistema del Flyfishing al alcance de una buena parte de la población.
Brotaron guías por los cuatro puntos cardinales de la geografía patria.
La competencia, el crecimiento de la economía y de la Pesca con Mosca pronto llevaron a lo impensado poco más de una década antes: los pescadores argentinos podían acceder a la contratación de guías que antes les eran inalcanzables económicamente hablando. Hasta con muy buen criterio muchos establecieron tarifas preferenciales para los pescadores locales sin desmedro de la calidad de sus servicios.
En algunas regiones emblemáticas como las mencionadas al comienzo se crearon asociaciones civiles que los agrupan. El resultado de toda esta “movida” fue su participación activa en numerosos programas de índole científica, educativa y de defensa de los recursos naturales de nuestra geografía.
En poco más de 50 años se recorrió un maravilloso camino de acción, innovación, crecimiento y perfeccionamiento.
Estas asociaciones de guías en muchos casos firmaron convenios con Entes Oficiales de diversos niveles que comenzaron a acreditarlos desde los ámbitos gubernamentales (Secretarías de Turismo y/o Producción Provinciales, Entes de Regulación Regionales, Parques Nacionales, etc.).
La Universidad del Comahue a través de su carrera de Profesorado de Educación Física, con excelente visión, incorporó en el programa materias que hacen a la formación de aquellos alumnos que dentro de las Actividades Deportivas Regionales de Verano se quieran especializar como Guías de Pesca con Mosca.
La Universidad Nacional Patagonia Austral ha firmado un convenio con el gobierno de Santa Cruz para dar un curso de capacitación a partir de agosto 2009 dirigido a los guías de la región y abarca temas tan variados como: el sistema turístico y técnicas de guiado, ambientes ecológicos de la provincia y áreas protegidas, primeros auxilios, seguridad y rescate en ríos de montaña,… etc.
Otras provincias, como Entre Ríos y Santa Fe han sido señeras en la capacitación de sus guías de pesca desde largo tiempo atrás.
La Asociación de Guías Profesionales de Pesca del Parque Nacional Nahuel Huapi y Patagonia Norte Argentina tiene también su propia escuela para la formación de los profesionales del área.
Con todos estos ejemplos se está sellando la profesionalidad e idoneidad de las nuevas camadas que vinieron con el siglo 21.
Conclusión
En medio siglo el paso adelante que se ha dado en todo este tema es inmenso. Prácticamente de un puñado de iniciadores se ha llegado a la existencia de escuelas que preparan profesionales de la actividad para el mañana.
Esta maravilla es un claro ejemplo de lo que tantas veces se ha dicho y pocas veces se ha demostrado: La pesca deportiva es multiplicadora de la actividad económica que no contamina y que contribuye a formar una sociedad más justa y solidaria para con ella misma y el mundo natural.
Gerardo Santos / Diciembre 2009.
Agradecimientos: Sres. Juan P. Gozio, José Guindani, Raúl San Martín y a Irupé de “Don Julián”.