Salta, Abril del 2014.
Meto un cast largo en la cabeza del pool, adonde la correntada choca con una de las tantas paredes de piedra arenisca rojiza, tan típicas del Río Dorado, que forma luego un corredor estrecho, profundo y de aguas rápidas, adonde los dorados grandes suelen esperar pacientemente alguna oportunidad. Me veo obligado a estripear bastante rápido debido a la velocidad de la corriente a favor, cuando repentinamente algo me frena la mosca.
Por un instante la caña queda “muda”, y sin tener tiempo a nada veo como la línea se me viene a toda velocidad, pasa enfrente mío cortando el agua ruidosamente, y “él” sale lanzado río abajo como una bestia salvaje. Después de sacarme casi toda la línea, salta pesadamente afuera del agua, y ante mi alivio todavía lo tenía: era un cabezón muy grande! De repente lo peor, línea floja... se fue… reviso el leader y descubro un corte neto, típico de diente, en la parte final del leader. La bestia se había “comido” los 20 cms de cable de acero, quizás en un revolcón o cambio de dirección, se le cruzó el leader en la boca, o simplemente otro dorado le metió una dentellada buscando robarle la presa.
Esta escena es frecuente en el Río Dorado, adonde moran muchas bestias de más de 10 kgs. Cuando el río está bien bajo y cristalino, se los puede ver perfectamente patrullando los pooles.
Estamos en este paraíso con amigos de toda la vida, parte del grupo de pesca “histórico”, rancio e inoxidable: Fernando “Nandi” Dupont, el Negro Del Rio y Santi Del Rio. Pero no todas son rosas: pescar dorados con mosca no es fácil, y menos en este río. El pique es escaso, y es necesario hacer muy bien los deberes para tener éxito. Aquí aprendí cuan desconfiado y asustadizo puede llegar a ser el dorado. Un mal approach al pool y arruinamos todo. Nico Rieszer, excelente guía y compañero de pesca, me vá indicando mis errores. Parece paradójico tildar de tímido a un pez que puede llegar a demostrar una agresividad tan brutal que es capaz de partir en dos a su presa. Los que tenemos algunos años en esto, conocemos lo que es presenciar un cardumen de dorados en pleno “frenesí”, adonde todo lo que se tire será atacado con furia. Pero esto es mucho más la excepción que la regla.
El Río Dorado es poco profundo en general, y eventualmente presenta obstáculos que nos pueden hacer perder un trofeo, como piedras, palos, etc. A veces el pique es violento y en la primera arremetida, sin darnos tiempo a nada, se nos pasa por atrás de una piedra abrasiva, un “seco”, y no hay nylon que aguante… ya he estado allí... la belleza natural de este lugar, llamada desde el punto de vista fitogeográfico como Yungas, o nuboselva, es realmente extraordinaria. Le voy preguntado al guia Nacho De Freijo sobre los nombres de los incontables árboles que nos rodean: quebracho colorado, cebil, palo blanco, urundel, nogal criollo, aliso, etc. Aunque no se vean, el monte está lleno de animales, cuyas huellas se ven a la mañana en las playas de arena: tapires, corzuelas,pecaríes, ocelotes, pumas, etc. Aquí el impacto de la mano del hombre no se vé, al menos hasta ahora. La diversidad biológica forma una delicada trama, que esperemos que nunca sea destruida.
El río está un poco alto, y levemente “tomado”, circunstancias que en los papeles son favorables. Felizmente todos logramos pescar algo, bien asesorados por los guías. El humor chispeante del salteño es difícil de igualar, y nos alegra la estadía .Los insectos picadores, jejenes, y las garrapatas son todo un tema que hay que estar preparado a soportar; la última garrapata me la saqué de la rodilla en mi oficina dos días después de llegar del viaje . Y los jejenes no le dan ni cinco de pelota a los repelentes.
Voy caminando por la senda ya volviendo al auto para irnos, se escuchan los graznidos de unas pavas de monte, hay olor a tierra húmeda y a selva... Y no puedo dejar de emocionarme.